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Octavo Mandamiento: No Robarás - Sermón

Lectura: Éxodo 20:15 Pastora Belkis Fernández No hemos atracado a un banco, pero hay muchas formas de robar. Robar es quitar algo que pertenece a alguien, por medio de la violencia o el engaño. (Larousse 2004). Si algo no te pertenece, no tienes ningún derecho a llevártelo. (Dicc. Strong). Este mandamiento era para proteger el derecho personal de la propiedad. Podemos robar a Dios y a nuestros semejantes mediante el engaño, el fraude, la estafa, la falsificación y otras prácticas pecaminosas que ni aún son materiales. En Josué 7, vemos el ejemplo de Acam, el cual tomó lo que no le pertenecía. El Señor le reveló a Josué, que había un anatema y esto provocó la ira de Dios. Josué le preguntó a Dios ¿Por qué cruzamos el Jordán? La codicia y la desobediencia de Acam, trajeron maldición al pueblo; así como la desobediencia de Jonás, en alta mar hace que un grupo casi pereciera. En Malaquías 3:8 dice ¿Robará el hombre a Dios? A Dios hay que obedecerle, de lo contrario nunca vamos a salir de los problemas. Cuando Zaqueo tuvo el encuentro con Jesús, él reconoció que había estafado a muchos y restituyó cuatro veces lo robado. El apóstol Pablo aconseja a trabajar honradamente (2 Tés. 3:10-11). Judas robó el dinero que le correspondía al ministerio de Cristo; su actitud era tacaña hacia gastar en el Maestro. Él era un ladrón. (Juan 12:6) de ahí que prefirió invertir en los pobres, pero en el corazón ya había hurtado. Evaluemos nuestros corazones, hagamos un chequeo de integridad y renunciemos al pecado de apropiarnos de lo ajeno. “Mía es la plata y mío es el oro dice Jehová”. (Hageo 2:8).

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