Lectura: Marcos 12:10-11
Pastor Pedro Julio Fernández
Tristemente desechamos oportunidades, cosas o personas que luego las anhelamos. Cosas tan valiosas y determinantes para una construcción como la piedra angular sobre la cual se ensamblaban todas las esquinas de una edificación, rechazarla y luego desearla.
El salmo 118 donde aparece por primera vez esta cita es una escritura muy mesiánica. Mateo Marcos, Lucas y Hechos dan por sentado que se refiere a Jesús como la piedra y a los judíos como los constructores.
Pedro amplía la cita incluyendo a los incrédulos que teniendo oportunidad de escoger rechazan a Jesús como piedra angular y construyen vida y destino sobre otro fundamento. Los creyentes son aquellos que aceptan a Jesús como la piedra angular y ellos mismos vienen a ser piedras vivas edificadas sobre el fundamento de los apóstoles y profetas (1 Pedro 2:1-8 y Ef 2:20-21).
La vida de por sí es la única oportunidad que tenemos para salvarnos (Hebreos 9:27), ¿y cómo escaparemos si perdemos una salvación[oportunidad] tan grande como esta? (Hebreos 2:3). Jesús es el camino al Padre (Juan 14:6) y es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Tim 2:5). En Dios no hay plan B, si choca con la roca, te destruyes y se cae encima de ti, te desmenuza.
Observa la experiencia de dos grupos que tuvieron oportunidades reales de salvación y la rechazaron. El primer grupo comió, bebió y escuchó las prédicas de Jesús en las plazas, bien cerca y de tú a tú (Lucas 13:23-27).
El segundo grupo hizo uso del nombre de Jesús para sanar, reprender y predicar y fueron declarados como falsos (Mateo 7:22-23). Para ambos grupos se cerró la puerta de forma definitiva.
Jesucristo fue (y es) despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción; y como uno de quien los hombres esconden el rostro, fue despreciado, y no le estimamos (Isaías 53:3).
Vino a ser la única oportunidad de salvación para los hombres.
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