Lectura: Isaías 38-1:2
Pastor Pedro Julio Fernández, D.Min.
En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. 2 Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a Jehová.
Es una instrucción del profeta al rey que arregle sus asuntos familiares porque iba a morir. Arreglar asuntos familiares implica muchas posibles cosas para ordenar. Podemos hablar del legado y cómo se iba a repartir, poner en orden su reinado, su vida espiritual etc. Ezequías era un buen hombre, una persona de fe y un hombre espiritual. Saber que él iba a ser removido de la tierra era una gran oportunidad de ponerse a cuentas con Dios antes de “los tres antes” de Eclesiastés 12 especialmente el tercero.
Es asombros que con una noticia de esa calidad este hombre orara a Dios en vez de reaccionar de mala manera.
Cuando Jesús llega a la vida del ser humano ata al hombre fuerte y lo echa afuera. Lea la historia del hombre poseído en Mateo 12:43-45: 43 Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.
ORDENAR LA CASA implica que esté limpia, adornada y ocupada con Jesús entronado en el centro de la vida de la persona. Eso garantiza que ya no hay condenación porque no andan según la carne, sino según el espíritu.
A sabiendas que la muerte acontece a todo ser humano, ¿Cuál es la recomendación? Acuérdate de Dios, búscalo mientras hay tiempo e invócalo y apártate del mal.
También vosotros, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 1 Pedro 2:5.
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