Lectura: Habacuc 3:16-19
Pastor Pedro Julio Fernández
¿Se puede estar quieto en el día de la angustia?
Cuando uno depende de Dios y conoce a Dios, lo mejor es estar quieto y confiar en que él tiene todo dominio y control de la situación. A Dios que resuelva la situación y nosotros los creyentes llevarnos del sano consejo de Habacuc de esperar con paciencia, de estar quietos en el día de la angustia.
Los hijos de Coré vivieron lo que nadie quisiera vivir. Una tragedia causada por la insensatez de su padre y una asociación de malhechores que lo seguía. Ese tipo de castigo no tenía precedentes en la historia de la humanidad, porque hasta ese momento había ocurrido el diluvio universal, la caída de fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra entre otros castigos ejemplares.
Ahora mientras la tierra se abría y generaba un grito espantoso junto al mar, los hijos de Coré estaban quietos, confiando en Dios y decían: Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. No temeremos.
Dios dijo: “Estad quietos” Este mandato es tradicionalmente interpretado como ser reverentes y meditar en las bendiciones de Dios; y aunque es una buena práctica cristiana el meditar en la bondad de Dios, “estad quieto” en este verso fue en realidad un mandato a “Dejar de luchar “. El verbo hebreo significa cesar, estar inactivo. “Rendición”; “Detener”; “Desistir”; “Soltar tus armas”; “Hacer las paces”.
Habacuc es un hombre que se aferra a Dios después de presentar dos quejas por las cosas que sus ojos veían. En este capítulo 3 pide misericordia, hay alabanzas por el poder de Dios y una fuerte confesión en la suficiencia de Dios.
¡Confiar en Dios, funciona!
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