Lectura: Éxodo 15:1-5
Pastora Belkis Fernández
El pueblo hebreo cruzó el mar Rojo en seco, mediante la intervención divina y le dieron todo el crédito a Jehová. Este cántico de liberación expresa ritmos y repeticiones que salen de lo más profundo de corazones agradecidos.
Cantaron a Jehová por su grandeza, porque echó al mar al caballo y al jinete. Decían, ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en loores y hacedor de maravillas? Alabaron a Jehová.
La Escritura nos enseña a:
Cantar a su santidad. Santo, Santo, Santo es el Señor. (trisagio). Apocalipsis 4:8.
Cantar con un ritmo musical. David aquietaba al Rey Saúl. 1 Samuel 16:14-17.
Cantar letras de la Escritura. David, el dulce cantor en su postrimería. 2 Samuel 23:1-2.
Cantar por su redención. Jesús celebrando la pascua. Mateo 26:30 y Apocalipsis 5:8-10
Cantar a su gloria. Habacuc 3:1-4
Cantar es emitir melodías (Aún el gallo, los pájaros, como el canario y el ruiseñor cantan). Cantar alabanza a Dios, es una manifestación de alegría, de amor y liberación.
Johann Sebastián Bach, gran músico alemán, quien quedó huérfano a la edad de 10 años. Él tuvo su primera Biblia a los 48 años dijo lo siguiente: “La única meta de toda música debe ser la gloria de Dios y así se recrea la mente”.
Volvamos a la senda antigua, traigamos cánticos de adoración a nuestro Dios en los devocionales familiares, invoquemos a Dios y el escuchará nuestro clamor. Pablo y Silas, preso y cuando cantaron, cadenas fueron rotas y fueron liberados. Al trasladar el arca, cantaron y tocaron instrumentos, diciendo, “Porque Él es bueno, porque su misericordia es para siempre.”

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