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Hijo de David, Ten Misericordia de Mí - Sermón

Lectura: Marcos 10:46-52

Pastora Belkis Fernández

Bartimeo era un ciego de Jericó el cual pedía limosna y al escuchar de Jesús dio voces, clamando públicamente que Jesús es el Mesías. La gente comenzó a callarlo, pero él con más fuerza gritaba, ¡Señor, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame! Jesús se detuvo y le dijo llámenlo y el ciego tiró su manto y se puso de pie, entonces Jesús le dijo ¿Qué quieres que te haga? Él le dijo, Maestro, quiero recobrar mi vista. Jesús, le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Lucas narra que todo el pueblo alabó a Dios al ver este milagro.

Los gritos de este ciego molestaban a los demás, de manera que lo reprenden para que se callase, pero, aun así, Bartimeo continuó clamando, Jesús, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! ¿Nos abstenemos de clamar a Jesús para estar bien con los demás? ¿Estamos dispuesto a complacer a los demás antes que seguir a Cristo?

Bartimeo no se detuvo a causa de aquellos que querían callarlo, sino más bien insistió hasta tocar el corazón de Jesús. No permita que nadie te estorbe seguir a Cristo, sed agradecido de Jesús, haz como Bartimeo, clamó a Jesús, reconócelo como el Mesías y tira el manto de todo peso del pecado que te bloquea. No deje que la pasión por Cristo desmaye por las expectativas de los demás, o por la circunstancia del presente o por la presión de otros, tira la capa que impiden seguir las pisadas de Jesús, tira la capa que te acobijas y que impide ver la luz de Cristo, entonces Jesús te dirás, ¿Qué quieres que te haga?

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