Lectura: Filipenses 1:1-11
Pastora Belkis Fernández
Entremos al 2018 con un espíritu de agradecimiento a Jesús. El apóstol Pablo oraba por los Filipenses, con gozo, con deleite y con satisfacción; seguro de la manifestación de su gracia.
Oraba por la comunión en el evangelio, desde el primer día en que conocieron al Señor hasta el presente. La comunión en la familia de la fe nos hace solidario ante las necesidades de otros, nos convierte en participantes del trabajo en equipo del Padre, Hijo y del Espíritu Santo, pues, aunque no entendemos todos los procesos, pruebas o dificultades que nos suceden, Dios tiene el control.
Pablo utiliza la palabra persuadido, convencido, para destacar que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. La salvación que es mediante su gracia, produce en el creyente un producto mejorado, por la obra del Espíritu Santo, la cual nos va perfeccionando hasta el último minuto que estemos aquí en la tierra.
A pesar que Pablo estaba en prisión, oraba para que el amor abunde más y más en ciencia y conocimiento. Un amor que no se deja arrastrar de sentimientos huecos, sino que es genuino, racional y sabe discernir entre lo que agrada a Dios y el hacer su voluntad.
Ya es tiempo de pensar como creyentes maduros; evaluar, examinar y observar si nuestros sentidos están en ejercitados para el bien. El agradecimiento a Dios se manifiesta en un amor sincero, irreprensible y llenos de frutos de justicia para la gloria y alabanzas de Dios.
¡Seamos agradecidos para con Dios! Hagamos un escrutinio de nosotros mismos y dejemos que el señor perfeccione su imagen en nosotros.