Lectura: 2 Crónicas 36:11-16
Pastor Pedro Julio Fernández
Sedequías era mayor de edad y podía asumir todas sus responsabilidades. Comenzó a practicar las cosas moralmente malas y fue amonestado de buena manera por el profeta Jeremías quién hablaba de parte de Dios. Políticamente actuó de forma errada al romper unilateralmente un convenio con Nabucodonosor rey de Babilonia.
Este hombre fue duro para humillarse y se hizo mas terco y arrogante mientras Dios le enviaba profetas para ayudarle con su mal proceder. El mal ejemplo de este líder afectó a los demás, quienes se dedicaron a lo peor. Traicionaron a Dios en gran manera, pues siguieron las odiosas costumbres de los países que adoraban dioses falsos. También se comportaron de manera terrible en el templo de Dios, el cual había sido dedicado a su adoración.
Cuando la persona se obstina en hacer el mal, a pesar de haber alguien enseñándole el buen camino y los principios del buen vivir, las consecuencias son devastadoras. Por el contrario, a la persona se le recomienda esto: Si oyes hoy su voz, no endurezcas tu corazón, como lo hizo el pueblo hebreo en la provocación, en el día de la tentación en el desierto (Hebreos 3:7-8;15).
Observe el proceder de Sedequías: No obedeció a Dios. No le hizo caso al profeta Jeremías cuando éste le dio mensajes de parte de Dios. Fue muy orgulloso y terco. Nunca quiso arrepentirse ni obedecer al Dios de Israel. No cumplió sus compromisos políticos.
Observe el proceder de Dios: Envió mensaje de buena intención para ayudar a Sedequías y para ayudar al pueblo en general. Agotada la oportunidad de arrepentimiento, porque la gente siempre se burlaba de los mensajeros de Dios y de los profetas, y no les hacían caso. Dios ya no aguantó mas y, muy enojado, decidió castigarlos.