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Su Mano & Su Voz - Prédica

Lectura: Apocaliipsis 1:17-18 NVT

Pastor Pedro Julio Fernández, D.Min.


Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto; pero él puso la mano derecha sobre mí y me dijo: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba.

Como es sabido Juan estaba en la isla de Patmos prisionero por causa de Jesucristo, no por delincuente. El día del Señor es el domingo el día de la resurrección de Jesucristo. Juan estaba en adoración y de repente oyó una potente voz como de una trompeta. Al darse vuelta para ver quién era cayó como muerto a los pies del Alfa y Omega.


Jesús entonces le pone la mano derecha sobre él y con suave y calmada voz le dice una vez más que no tenga miedo, que él estuvo muerto y que ahora vive para siempre. Observe que Juan está en la isla-prisión por predicar la palabra de Dios y por el testimonio acerca de Jesús.


Juan se identifica como hermano de los creyentes y copartícipe en la tribulación, en el reino y en la

paciencia de Jesucristo.

A una persona prisionera por hacer lo bueno, ¿en qué le sirven estas palabras? ¿De qué sirve este toque de manos?


Vamos a responder con Lucas 13:10-13

Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: 
Apreciada mujer, ¡estás sanada de tu enfermedad! Luego la tocó y, al instante, ella pudo enderezarse.

Aquí Jesús sana a la mujer encorvada con su voz y con sus manos y en Patmos le dice a Juan que él tiene el poder sobre la muerte y la tumba. En otras palabras, no son los romanos los que disponen de quién vive, quién muere y cuándo, sino Jesús de quien Juan había dado testimonio.


Un toque de Dios nos da seguridad como el oír su suave y potente voz nos da calma. Juan recibió de Jesús lo que Job esperaba de sus tres amigos, pero ellos fallaron.

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