Lectura: Salmo 19:1-6
Pastora Belkis Fernández
En un lenguaje silencioso la creación adora a Dios
En Canadá, estamos en un otoño, hermoseado por el pintor perfecto que es nuestro Dios. Los árboles tienen un tono indescriptible de belleza y esplendor. La creación y la Escritura revelan y declaman la gloria de Dios.
¿Te imaginas a los cielos, en un lenguaje sin palabras diciendo, “Los cielos cuentan la gloria de Dios”? Los cielos predican, aunque sin lenguaje, sin palabra, ni su voz es oída. La creación enseña de su grandeza y obedece a las leyes del Creador del universo. Tan así es que, dice la Escritura: “Todos los ríos van hacia el mar, y el mar no se llena; al lugar donde los ríos fluyen, allí vuelven a fluir.” Eclesiastés 1:7
El sol aquí es comparado como el esposo que sale de su tálamo, es decir de su cama. La Escritura es también revelada como esa luz que alumbra, así como no hay nada que se esconda del sol; así la Escritura revela la condición del hombre y no esconde su condición. La verdad tarde o temprano sale, flota y revela lo que hay en el corazón del hombre.
En conclusión, Dios se revela de la siguiente manera:
En una creación visible. Salmo 19: 1-3
En una Escritura tangible. Salmo 19:7-8
El consejo es apreciar la amonestación porque es difícil entender nuestros propios errores. El ora pidiendo ser librado de las faltas ocultas.
Agradece a Dios por el aire que respira, por la lluvia, por el mar, por el campo. Conviértete en testigo de Cristo. Mantén tus labios gratos y alimenta tu corazón con meditación en la Palabra y Dios te darás alegría a tu corazón, de lo contrario la soberbia se enseñoreará sobre ti.
