Lectura: 2 Corintios 9:1-5
Pastora Belkis Fernández
Para los de Macedonia, el participar de la generosidad era un privilegio, no una obligación o exigencia, a pesar de que eran pobres (2 Cor. 8:4), el apóstol Pablo motiva a los Corintios a desarrollar la voluntad de ser generosos. Hace mención del pueblo de Israel cuando experimentaron necesidades, Dios proveyó de tal manera que el que recogió mucho maná, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos. (Éxodo 16:18). La intención de Dios es que podamos practicar el amor sincero y trabajar en equipo para su obra.
El apóstol admiraba a los hermanos de Macedonia y los de Acaya que habían planificado voluntariamente su generosidad. Él quería enseñarle al pueblo de Corinto que tuvieran una actitud de preparación para ser generoso, pues ellos no iban a tener pérdidas ni iban a empobrecer, sino que iban a experimentar abundancia de su gracia.
Hay dos principios que nos interesa destacar:
El que siembra escasamente, escasamente segará y el que siembra generosamente, generosamente cosechará. Si invertimos poco en el Reino, Dios nos bendecirá poco y el que da abundantemente, con una actitud de abundancia no de mezquindad, Dios así mismo responderá.
Dios ama y bendice al dador alegre. Dar con gozo, no con tristeza, dar para abundar en buenas obras, no por necesidad, ni por exigencia. Dar conforme a lo que prometiste al Señor.
El participar de la generosidad es para el apóstol “Una obra de gracia”. 2 Cor.8:6. No por codicia ni por exigencia y no para quedarnos con dinero que debe darse. (2 Cor.9:5).