Lectura: Lucas 14:15-24
Pastora Belkis Fernández
Un hombre sentado con Jesús a la mesa, le dijo, ¡bienaventurado el que coma pan en el Reino de Dios! Jesús responde con la parábola de la gran cena, donde todos los invitados pusieron excusa y nadie asistió. Uno se excusó porque compró una hacienda y necesitaba verla, ¿quién compra sin ir a ver lo que compra? Otro se excusó diciendo, he comprado cinco yuntas de bueyes, y tengo que probarlas, ¿quién compra sin antes probar? Y otro se excusó porque había acabado de casarse. Todas eran excusas baratas y no valederas, si querían podían asistir, pero hubo indiferencia y desprecio. Entonces envió a su siervo a buscar personas marginadas e hizo un plan para que se llene su casa. Vayan por los caminos y hagan a la fuerza que vengan y entren, porque el primer grupo que invité no gustará de mi cena, dijo el Señor de la cena.
Si alguien rechaza la salvación, ¿Cuál debe ser la actitud de la comunidad de creyente? ¿Frustrarse o seguir predicándoles a otros? En la casa del Señor hay lugar para todos. (Juan 14:2)
La reacción del Padre de familia no fue de agrado y se molestó por el desaire, pero no se detuvo en los planes de servir la cena, por eso envió a buscar personas marginadas, pecadores y gentiles. Jesús vino al pueblo de Israel y ellos lo rechazaron, pero a quienes lo recibieron les dio potestad de ser hijos de Dios. (Juan 1:11-12). El siervo le dijo al dueño de la casa se ha hecho como mandaste y aún hay lugar y el Señor le responde ve y busca más para que mi casa se llene, pero ya no más para los que rechazan sino para los que acepten la invitación.