Lectura: Santiago 1:21-27
Pastora Belkis Fernández
¿Para qué y por qué venimos a la iglesia a escuchar la Palabra de Dios? Hay una labor que el Espíritu Santo va produciendo en cada uno de los creyentes y es el quitar o despojar áreas de nuestras vidas que necesitan ser transformada. El problema está en el corazón, de ahí que Santiago aconseja que debemos recibir con mansedumbre la Palabra implantada para poder salvar nuestras almas.
¿Cómo proceder para que la Palabra quede implantada?
Prestando atención a la instrucción. Pedir discernimiento, agarrar la palabra, tener intuición. Nehemías 8:1-8
Removerlo que hay plantado (en el corazón) murmuraciones, odio, resentimiento, problema de carácter, ira, palabras descompuesta, entre otras prácticas pecaminosas.
Implantar la Palabra del evangelio, las buenas noticias. El primer paso es desarrollar el oído. Oír con un propósito, oír para accionar.
Problema central que plantea Santiago:
El oidor olvidadizo, que se considera a sí mismo y se olvida cómo era. Ve en el espejo su fisonomía propia, su apariencia natural y se olvida.
El que no controla su lengua. La pureza del corazón se refleja en la lengua. Mateo 12:36
El que resuelve su problema con la ira y la violencia, creyendo que aplica justicia.
Desecha todo pecado que te lleva a no desarrollar el oído espiritual. Toma en serio los cambios que necesitas hacer en tu vida, asume la responsabilidad de practicar lo que oyes. Utiliza la Palabra de Dios y mírala como un espejo, déjala implantada y que abunde en frutos. Ocúpate del servicio y deja de concentrarte en ti mismo o en convertirte en un/a maestro/a arrogante.
Me imagino a Santiago diciéndote, ¡Pruébate a ti mismo y mira si el evangelio es eficaz en tu vida!