Lectura: 2 Corintios 3:15-18
Hno. Nahum Fernández
Pablo atribuye todo el éxito, el triunfo y la victoria de los creyentes a Jesucristo. La transformación de lo corruptible, la victoria sobre la muerte, el encuentro en el arrebatamiento de la iglesia y el estímulo a trabajar por la obra de Dios, son méritos de Jesús.
¡Qué bendición que lo imposible Dios lo hace posible! Todos los cristianos de acuerdo a como dice la Escritura seremos transformados, la muerte será vencida y destruida y la sepultura no tendrá razón de ser. Toda esta victoria se consigue mediante Jesucristo, a quien damos toda gloria, honra y gratitud. Sabiendo de esta victoria, entonces estamos firmes y constantes abundando en buenas obras.
Pablo fue un campeón en eso de creerle a Dios y saber que los méritos son todos de él, lea su testimonio
Doy gracias a Dios porque nos hace participar del triunfo de Cristo, y porque nos permite anunciar por todas partes su mensaje, para que así todos lo reconozcan. Anunciar la buena noticia es como ir dejando por todas partes el suave aroma de un perfume. Y nosotros somos ese suave aroma que Cristo ofrece a Dios. Somos como un perfume que da vida a los que creen en Cristo. Por el contrario, para los que no creen somos como un olor mortal.
¿Quién es capaz de cumplir con la tarea que Dios nos ha dejado? Algunos anuncian el mensaje de Dios sólo para ganarse la vida, pero nosotros no lo hacemos así. Al contrario, Dios es testigo de que trabajamos con sinceridad y honradez, porque Dios nos envió y porque estamos muy unidos a Cristo.