Lectura: Marcos 9:17-29 Pastora Belkis Fernández
Un padre entre la multitud estaba frustrado porque los discípulos no pudieron sanar a su hijo. En el ambiente había mucha discusión; hasta que el padre dialogó con Jesús. A veces es normal gastar nuestra energía en otras vías, en vez de ir directo donde Jesús. ¿Qué le reprochó el Señor? La incredulidad. Cuando le traen el muchacho hubo una reacción violenta del espíritu que lo estaba atormentando porque sabía quién era Jesús. Como actuó Jesús ante esta problemática:
Reconoció que había un problema de incredulidad
Buscó la raíz y preguntando
Jesús le da la clave para resolver el problema: “Al que cree todo es posible”
Jesús después que identificó el problema, lo llamó por su nombre y lo echo fuera.
Jesús concluyó que hay problemas que solo son resueltos mediante prácticas espirituales
Qué podemos encontrar en este padre de familia:
Hizo el esfuerzo de llevarlo a Jesús
Le explicó correctamente el problema a Jesús
Respondió a la pregunta que le hizo Jesús ¿Desde cuándo?
Era un padre honesto, pues le dijo a Jesús, que él creía, pero le dijo: “ayuda a mi incredulidad”.
Dialoga con Jesús, no importa el problema si es patológico psiquiátrico o de vicios, amistades dañinas, insatisfacción, quejas o apatía hacia la búsqueda de solución. El proceso de sanidad de Jesús lo incluye todo, cuerpo, alma, mente, espíritu, y el corazón. Nos preguntamos, ¿Qué tipo de ambiente se requiere para que Dios haga la obra? ¿Cuál era la preocupación de los discípulos y la del padre? Jesús lo enderezó y levantó. Vers. 27.