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Aliento de Vida - Prédica

Lectura: Isaias 51:9-13 (NTV)

Pastor Pedro Julio Fernández


Cuando el creyente se siente atemorizado por el enemigo es porque muchas veces se olvida de su propio Dios, el cual es capaz de librarlo.


Si al pueblo hebreo Dios lo rescató de Egipto (Rahab) y quebró su confianza en sus dioses (Dragón), ¿No hará algo grande con sus redimidos? Dios no solo abrió el mar Rojo, sino que transformó sus profundidades para que el pueblo rescatado pudiera caminar libremente por en medio de él. ¿No puede nuestro Dios combatir una enfermedad o un estado emocional que nos azota?


Si la respuesta es afirmativa, entonces, ¿por qué le tememos a simples seres humanos que se marchitan como la hierba y desaparecen? Porque hemos olvidado al Señor el que creó todas las cosas, al Omnipotente.


Esta claudicación entre la confianza en Dios y el terror de los enemigos no puede continuar. Job lo dijo de esta manera: He aquí, aunque él me matare, en él esperaré; No obstante, defenderé delante de él mis caminos, 16 Y él mismo será mi salvación, Porque no entrará en su presencia el impío (Job 13:15-16).


No podemos creer y confiar en Dios cuando las cosas están bien y luego olvidar esa creencia y confesión cuando llegan los problemas. Hebreos 13:5-6 lo expresa de esta manera: 5 Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; 6 de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.


Dios mismo es nuestro aliento de vida, pero reconocemos que hay creyentes de corta duración que, al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, o por el afán de este siglo y el engaño de las riquezas tropiezan y caen de su fe.


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