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Bueno como la sal - Prédica

Lectura: Mateo 5:13

Pastora Belkis Fernández D.Min.


La sal es un mineral determinante para sazonar y preservar. La Biblia representa al creyente como la sal de esta tierra. La iglesia se ha tornado insípida en su papel de poca influencia para sanar heridas y preservar la sana doctrina. La palabra insípida significa desabrida, sin sabor para traer perdón, santidad y sanidad. ¿Qué ven los demás en ti? ¿Cómo se comporta el creyente en el hogar y en los diferentes espacios de vida? ¿Estamos curando las heridas de otros o la iglesia se mantiene cauterizada? En otras palabras, no percibe su rol y llamado aquí en la tierra.


En la antigüedad, en algunas ocasiones a los obreros se les llegó a pagar con sal, equivalente a su salario. Cuando la sal se descompone pierde su esencia y se convierte en insípida.


Cuando Jesús termina la serie de sermones sobre las bienaventuranzas, concluye llamando al creyente sal y luz de esta tierra. Este es un gran desafío, porque coloca la sal y la luz como el prototipo del creyente. Luego Jesús evalúa el enojo y el maltrato verbal como un crimen hacia alguien. Un crimen, que debería de merecer el infierno y ser tratado en una corte criminal. Por ejemplo, decirle a alguien necio, es convertir la sal en insípida. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno, les recomendó el apóstol Pablo a los Colosenses.


La sal es símbolo del pacto de Dios con su pueblo. En Levítico 2:13, la sal era imprescindible para sazonar la ofrenda que se le ofrecía a Dios. La levadura era lo contrario, nunca debía usarse en la ofrenda para Dios. En el evangelio de Marcos, Jesús presenta la ausencia de sal como el pecado que rompe la paz entre los hermanos.


Hoy encontramos falsos creyentes, falsos hermanos, falsas congregaciones y esto porque no actúan en su rol de sazonar y preservar vidas. Jesús mismo dijo si la sal se desvanece, ¿Con qué será salada? No sirve para nada. Ser sal es tener conversaciones apropiadas y tener una respuesta oportuna. Ser sal es practicar la santidad, ser sal es practicar el perdón y dar a conocer que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. En Juan 17, Jesús hizo una oración de protección y pidió al Padre que como no somos de este mundo que nos libre del mal y que nos mantengas unidos y consagrados y el mundo va a reconocer que somos uno, así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno.

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