Lectura: Lucas 16:19-31
Pastora Belkis Fernández
Los Lázaros actuales, son aquellos creyentes, que no reniegan de su fe a pesar de su carencia y ausencia de bienes materiales, pruebas, enfermedades, o dificultades. El hombre rico representa aquel que su prioridad es el entretenimiento, los banquetes a diario, las fiestas y las parrandas. Aquel que es ciego ante la miserable condición de seres humanos desprovistos de su salud mental, física o de bienes.
Hoy tenemos la oportunidad de organizar el presente y el futuro. Al morir el hombre rico de inmediato estaba atormentado, pidió ayuda para que Lázaro le mojara la punta de su dedo en agua. Lázaro no le pudo dar ni siquiera un vaso de agua, porque estaba en otro lugar.
En un instante, una persona muere y cae de inmediato a un lugar de tormento para siempre. Si mueres como creyente en Jesús y en obediencia, irás de inmediato al paraíso. Se observa que el que más mal vivió aquí en la tierra, recibió consuelo y el que más recurso despilfarró para él, recibió tormento. Se cambiaron los papeles y aterrizaron a un lugar distinto y eterno.
El problema no es ser rico o ser pobre sino la osadía de estar ciego ante el dolor ajeno y ante la falta de solidaridad por alguien en necesidad. El mercado de las mentiras tiene una buena venta en las redes sociales, de tal forma que se fomenta el egocentrismo, los placeres a costa de olvidar a los más vulnerables.
Hay incompatibilidad entre Dios y la riqueza. Asegúrate que tu fe en Jesús, la acompañes de obras de misericordia. Aprende a vivir en comunidad para que mañana no sufras eternamente. Jesús le dijo a uno de los ladrones crucificado, “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. No te compliques y practica la misericordia, la sencillez y la solidaridad con los más desposeídos, en un mundo de injusticia social.
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