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Día de Pentecostés: Unidad en tu Cultura y Lengua - Prédica

Lectura: Hechos 2:1-3

Pastora Belkis Fernández


Celebremos el día de Pentecostés, apreciando nuestra cultura y lengua. El Espíritu Santo pudo haber dicho, vamos a unirlos en una sola lengua ese día de Pentecostés donde se celebraba la fiesta de la cosecha; más sin embargo no fue así.


El día de Pentecostés fue una experiencia de unidad, pero sin denigrar la cultura de ninguno de los que estaban presentes. Si comparamos la experiencia de Babel, que narra Génesis 11, en la construcción de esa gran torre, la intención era de buscar poder, dominio y grandeza. Dios vio que estaban tan unidos que los dispersó. Los cincuenta días después de la pascua, se celebró el día de Pentecostés y había una gran multitud procedentes de diferentes culturas y lenguas; y todos pudieron entender la predicación de Pedro en su lengua nativa y su cultura.


Valora tu gente, aprecia tu lengua y conviértete en un instrumento de Jesús en tu cultura. En Estados Unidos y Canadá, muchos hispanos ya no se identifican con su lengua ni con su cultura, ni con el cristianismo. A veces se sienten avergonzados de su idioma materno. El Espíritu Santo sigue obrando y transformando vidas y le es más fácil emplear la cultura y la lengua de dónde vienen los ancestros, para así comprender el mensaje del evangelio de Cristo.


Quiero destacar tres aspectos del Dia de Pentecostés:

  1. La presencia del Espíritu Santo. Hechos 8:14-20

  2. La promesa en medio del caos. Hechos 2:17-21

  3. El resultado de la misión: arrepentimiento y bautismo. Hechos 2:38-41

El Señor los empoderó y los envió a proclamar el mensaje de esperanza en medio de un ambiente de persecución. El Espíritu Santo se reveló en su lengua nativa y se manifestó a todas esas naciones que estaban ahí representadas. El evangelio es accesible, fácil y es para integrar a todas las culturas. La pluralidad y su carácter multicultural es una evidencia que el evangelio nos enseña las verdades para convertirnos en libres a través de Jesús.


La tercera persona de la Trinidad que es el Espíritu Santo es una persona que siente, escucha, intercede y habita en el creyente nacido de nuevo y convence al pecador.

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