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El Precio de un Verdadero Discípulo - Prédica

Lectura: Mateo 8:18-22

Pastora Belkis Fernández D.Min.


Hubo un intelectual que se emocionó al ver a Jesús y posiblemente era un joven maestro. Esta persona llena de efervescencia se acerca a Jesús y rápidamente le dijo: “Te seguiré adonde quieras que vayas.”


Jesús nunca se comportó como un político con la intención de ofrecer prebendas, al contrario, fue muy honesto del compromiso que amerita el ser un verdadero discípulo.


El Señor le abrió su corazón y le dijo: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza. En otras palabras, seguirme no es tan sencillo, implica sacrificio, momentos de incertidumbre, de abandono, de riesgo y de rechazo.


Recuerde que Jesús estaba rodeado de mucha gente y luego pidió a sus discípulos que los acompañaran al otro lado del lago de Galilea. Un poco de entrenamiento informal a través del diálogo.


Jesús no se ilusionó con esas esas palabras tan prometedoras, sino que le respondió que el Hijo del Hombre no tenía un lugar para descansar. En otras palabras, no voy a recostarme de ti, parece que tú no tienes idea de lo que dices. El Señor conocía su corazón, a veces lo que se dice no es coherente con lo que se hace, ni con lo que se planea, ni con la realidad.


Otro de sus discípulos le dijo, Señor, dame permiso para ir primero a enterrar a mi padre, luego te seguiré. Quizás él quería exclusivamente dedicarse al padre, hasta que muera. La respuesta de Jesús fue deja que los muertos entierren a sus muertos, tú sígueme.


El Señor sigue conociendo las intenciones de ambos discípulos, al primero le aquieta sus emociones y al segundo le dice claramente deja tus asuntos familiares y sígueme.


Así como en la milicia se enlistan para convertirlos en militares, así el creyente se enlista para enrolarse en la carrera de enseñar con su ejemplo el modelo del Maestro de los Maestros e imitar el comportamiento de Jesús en todas las áreas de la vida humana.


Hay que pagar un precio y muchas veces es el rechazo social, persecuciones, sufrimiento y dejar algo que nos guste. Cuando el Señor llamó a Pedro y a Juan, le dijo venid a mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos dejaron las redes y le siguieron.


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