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La Identidad de ser Hijo de Dios - Prédica

Lectura: Juan 1:11-12

Belkis Fernández, D.Min.


Los hijos se parecen a sus padres biológicos y hay algunos que siguen su patrón. En tiempos tan turbulentos Dios puso su mirada en ti y te da el privilegio de ser hecho hijo de Dios. Esto significa que no estás solo, esto significa que en tus batallas él te ayudarás a vencer. Apoc.21:7.

¿Quién define nuestra identidad? ¿Cómo nos ve nuestra Padre celestial? ¿Quién tiene el derecho de cambiar lo que realmente somos? La Biblia nos enseña que lo primero que hay que hacer es aceptar y creer en Jesucristo.


Eres hijo de Dios porque modela y sigue el patrón de aquel que fue encarnado, de Cristo. El ser hecho hijo de Dios no proviene de una iniciativa humana, sino del amor de Dios de hacernos coherederos de su gracia.


A Jesús lo rechazaron, aun su propia gente. El Verbo estuvo presente desde el principio de la creación y sigue presente a través de su Espíritu Santo. Juan el bautista cuando vio a Jesús dijo, “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. El hizo un reconocimiento de la deidad de nuestro Señor Jesucristo.


La Escritura narra, “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. Cuando una persona ha recibido a Jesús lo reconoce como el Verbo de Dios y se somete a la voluntad del Padre celestial.


El apóstol Pablo en Romanos capitulo ocho documenta los derechos y deberes de un hijo de Dios y dice: “4 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”. Rom.8:14-17.


No podemos despreciar su disciplina, cuando Dios nos corrige como padre. El fundamento de la relación es amar a Dios y amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Hay esperanza y es que le veremos tal como él es. Todo el que tiene esta esperanza se purifica, así como él es puro. 1 Juan 2-3.

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