Lectura: Mateo 24:45-51
Pastor Pedro Julio Fernández
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Todo se inicia con una pregunta sobre una persona a la cual se le confió una tarea para que la haga con fidelidad y prudencia, como es servir los alimentos a su hora y en un ambiente adecuado. El siervo que hace esto es dichoso, feliz, contento, en fin, es un bienaventurado de ser hallado haciendo lo que le dijeron.
Esta persona tiene estatura de siervo con cualidades de fidelidad y prudencia. Cuando uno cree que el Señor se tarda en venir o en responder, se despreocupa sino es fiel y prudente. (45-47)
La Real Academia Española define prudencia como: virtud de la razón, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo. Se utiliza como sinónimo de templanza, cautela, moderación, sensatez y buen juicio.
Un siervo que será promovido a heredero de su amo por su fidelidad y prudencia, ¿Quién es ese siervo? El pasaje nos habla de siervo fiel y prudente y también de un siervo malo. El bueno hace las cosas a tiempo con devoción y buen juicio, aunque su Señor no esté presente. La RAE define la fidelidad como lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.
La segunda parte de esta lectura (48-51) se refiere a otro siervo, pero malo. Este calcula que su señor tarda y decide cambiar. Todo indica que el malo al inicio no lo era, sino que hacía lo que le dijeron, pero al ver que su Señor no llegaba veía su trabajo como una pérdida de tiempo por lo que comenzó a maltratar a los demás consiervos que actuaban rectamente. Este siervo malo se unió a los borrachos y perdió el tino de la fidelidad y la prudencia y ocurrió lo que él creía que no iba a ocurrir, vino su Señor y fue duramente castigado con los hipócritas en el lugar de lloro y crujir de dientes.
Nosotros podemos responder a la pregunta y decir, yo soy ese siervo fiel y prudente.
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