Cuenta la Historia - Predica

Lectura: Hechos 8:34-39

Pastora Belkis Fernández, D.Min.

La historia de Jesús debe contarse no como una historieta ni como una fábula, sino como la historia real del Salvador del mundo, que, siendo el Hijo de Dios, se hizo hombre para cargar con nuestros pecados. Jesús habita entre nosotros a través de su Espíritu Santo y su sangre derramada en la cruz nos limpia de todo pecado. Jesús continúa siendo relevante en esta humanidad caída.

Este hombre extranjero, eunuco, era ministro de finanzas de la reina de Etiopía. Él estaba leyendo en voz alta Isaías 53, pero no entendía lo que leía. Este eunuco regresaba de su viaje a Jerusalén, donde fue a adorar a Dios. El Señor sabía la necesidad espiritual que tenía y envió a Felipe para que le explicara el texto bíblico que leía de Isaías 53:7-8, que expone el sufrimiento, la humillación y la muerte sacrificial de Jesús.

¿Quién le dijo a Felipe que tenía que tomar esa dirección al sur, por el camino al desierto que va de Jerusalén a Gaza? Un ángel le habló y luego el Espíritu Santo le dijo que se acercara al carruaje y ahí oyó la porción de Isaías que iba leyendo.

Él le rogó a Felipe que subiera al carruaje y Felipe le enseñó la vida de Jesús comenzando por esta escritura. Este funcionario quedó tocado y le dijo a Felipe: «¿Qué impide que yo sea bautizado?” El funcionario se desmontó de su carruaje y Felipe lo bautizó. Él simplemente creyó después de oír y entender la historia de Jesús. El funcionario pidió ser bautizado. La diferencia la marcó; su corazón quedó quebrantado y tocado. Hoy sigue siendo importante el valor de un maestro que pueda enseñar la Escritura y acompañarla con su testimonio.

Una persona que oye la historia de Jesús puede ser tocada para la salvación; por eso debemos hacerlo y ser colaboradores del Evangelio. A su regreso, un hombre transformado y bautizado en el agua llegó a Etiopía. El centro es Jesús; no importa si eres rico o pobre, si tienes un estatus o no. Jesús es todo y para todos.

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